Hace unos días que están pasando cosas inesperadas. Deseos que no recordaba que tenía en el cajón, se hacen realidad uno tras otro. Si la semana pasada flipé cuando hice realidad mi sueño de recitar mis poemas en público, imaginad mi cara cuando me enteré de que ahora, también, formo parte de un evento teatralizado en el que por primera vez me subiré al escenario del Teatro Serrano de Gandía. Poca gente sabe que el teatro y la poesía fueron mis vías de escape (junto con la lectura incansable de Harry Potter y todos los mundos mágicos que llegaron a mis manos) de esa época hostil, en la que ni te conoces ni te reconoces, también llamada: adolescencia.
Os juro que mi yo de 16 años fliparía con todo lo que estoy haciendo, cómo, cuando, dónde y con quién. Siento que me paso la vida rodeada de grandes artistas y os juro que eso es exactamente lo que siempre había deseado. Para mí se trata de la clave de mi propio éxito, porque sí: en el éxito nos autoexigimos y nos autodefinimos mucho. Mi objetivo los próximos meses va a consistir únicamente en vibrar en esta misma frecuencia, porque me encanta y me sorprende para bien a partes iguales.
Pero esta semana el pensamiento que se repite en bucle en mi mente, inevitablemente va sobre decepciones, mala comunicación y una palabra que al parecer ha invadido las conversaciones de medio planeta: responsabilidad emocional. Sin duda somos responsables de todo lo que pasa en nuestras relaciones y el que crea que no, que la culpa de todo la tienen siempre los demás, que se compre un libro de autoayuda inmediatamente ya que va en pañales (aunque si fuera directamente al psicólogo mucho mejor, pero igual le estaríamos pidiendo demasiado a ese NPC).
Me pregunto si somos responsables de la mala gestión emocional de los demás y de hasta qué punto nos merecemos que nos apliquen la ley del hielo o el cordón sanitario del ghosting. Si alguien decide desaparecer de nuestras vidas sin dar explicación, dejando un vacío amargo en nuestra existencia tenemos dos opciones: la más creativa, escribir un libro al más puro estilo Gloria Fuertes y la mas normal: aceptar el hecho de que nunca fuimos importantes y esperar a que el tiempo, nos cure todos los males o en su defecto, ponga cada cosa en su lugar. Pero lo mejor, sin lugar a dudas, sería hablar las cosas y evitar las suposiciones.
Hablamos continuamente de red flags, pero creo, sinceramente, que no les hacemos ni puto caso, así que las segundas oportunidades, si existen… deberían ser reclamadas en duelo o bajo hazañas épicas que recordar toda la vida. Hay algunas cosas que nunca fallan y son verdades universales: primero, si te invitan a una boda, de alguien a quien en los últimos 3 años has visto en un numero de ocasiones menor que la suma de los dedos de tus manos, significa una cosa, vas a ir a la boda de unos desconocidos; porque (y aquí viene la primera verdad universal) la gente esta todo el rato evolucionando y en unos meses nos convertimos en seres con prioridades completamente diferentes. En segundo lugar, hay otra verdad universal en el hecho de que los ex nunca jamás cambian, es decir, y a riesgo de que pueda parecer una contradicción, tu EX (tu ex el malo, el tóxico, el que no merece la pena recordar) ESE ex jamás va a cambiar por ti y a los 15 minutos de una segunda oportunidad va a ser exactamente esa misma persona que no te conviene en absoluto. Así que por elegante y épica que sea su vuelta, lo siento, ya he leído ese libro y no me gustó en absoluto.
Aunque seamos fruto de nuestro tiempo y espacio, cambiar de tiempo y espacio no borra ni reescribe nada, así que «ojo cuidado» con eso. Pero bueno, yo os dejo con estas ideas y me voy a seguir con las chicas Gilmore y con esa vida que ojalá un día sea un poco mía también. Me encantaría ser tan constante y metódica como Rory y tan valiente como Lorelay. Además, poco, poquísimo se habla de que por fin he conseguido crear este habito de escribir absolutamente todos y cada uno de los lunes esta pequeña columna, haciendo que la semana empiece de forma mucho más amena. En fin, estoy sorprendida a la par que orgullosa de mí misma. Nos leemos el lunes que viene.
Júlia
Eres maravillosa y tus palabras son tan maravillosas como tú. GRACIAS <3