Definitivamente los lunes son menos lunes si acabas de volver de un finde fantástico en la costa brava. Pasear por el Camí de Ronda, comer marisco en un casino, desayunar mini donuts mirando el mar y comprar el vestido más chic, porque te queda divino, son pequeños placeres que llenan el alma y cargan las pilas a tope. Además, empezar el lunes terminando tareas atrasadas durante días, te da el subidón definitivo para apagar el ordenador y ver una peli a eso de las 9 de la noche, como una auténtica señora.
Esta semana ha sido increíble por muchas razones: en primer lugar, tuve mi primer guateque poético, en el que me atreví a recitar algunas de mis más recientes creaciones. En él me acompañaron escritores increíbles a los que he admirado desde siempre y fue una auténtica fantasía del destino encontrar mi nombre rodeado de gente tan especial. Aunque los días de antes dormí más bien poco por los nervios; el día 9 era fiesta y aproveché para pasarme el día entero recuperándome de la más maravillosa de las resacas emocionales.
Y es que, para mi, escribir siempre ha sido algo muy íntimo (quizás por el hecho de que cometo millones de errores ortográficos en cualquiera de los idiomas en los que soy capaz de escribir) y verme, de repente en un escenario, rodeada de voces tan gramaticalmente perfectas pone en modo flan a cualquiera. Pero por suerte nadie tenía que leerme y hablar, hablar siempre ha sido mi punto fuerte.
En segundo lugar, esta semana he terminado de poner algunos proyectos sobre la mesa. De este modo, siento que mis sueños empiezan a tener una forma más tangible. Han surgido proyectos sorpresa que me demuestran que al final todo trabajo tiene su recompensa. Yo sé que lo mejor todavía esta por desvelar y por venir. Además, sentir que estas en el camino correcto te ayuda a mantener la motivación a niveles aceptables y lo que es más difícil: que sea una constante.
Y ahora, justo antes de marcharme a ver la peli más ñoña que encuentre en la cartelera de disney + o netflx, me gustaría compartir una reflexión que lleva días rondándome la cabeza: aprender a soltar a tiempo también es ser valiente. Al final, ya sean amigos, familia o parejas… la personas nos rodeamos de gente que viene y va, y lo que es bueno para ti la vida te lo devuelve. Disfrutar al 100% de lo que tienes también es importante y aprender a valorarlo es para mí una prioridad en los tiempos que corren. No darle infinitas vueltas a todo aquello que no puedes controlar es la clave para controlar mi salud mental y lo que tenga que ser… será. Tu céntrate en estar siempre haciendo cosas que te gusten para vibrar en la onda de las cosas buenas.
Un abrazo enorme.
Júlia Esteve.