Desde hace ya tiempo, ni mucho ni poco, lo dejare en indefinido… vivo en un sueño, en una nube de la que despertar es más difícil que probable, en una montaña rusa de cumplir sueños, superar metas y abordar decididamente nuevos retos y objetivos. Esta es la vida de alguien que ha comenzado a vivir en el mundo para el que llevaba más de un cuarto de siglo preparándome: el mundo de las personas mayores, el mundo de los peter pans, los viejóvenes, los soñadores, los realistas, los incrédulos y un sinfín de personas más.
En este ir y venir de nuevas emociones, no he tenido mucho tiempo de pensar, la toma de decisiones ha venido muchas veces marcada por las circunstancias, por el devenir de unos acontecimientos que realmente no esperaba y por una gran acumulación de casualidades. Y entre todo este revuelo, me vi trabajando lejos de casa, estudiando lejos de casa y cumpliendo uno de los sueños de cualquier viajador, vivir en un hotel.
Cuando tu casa son 4 paredes distintas cada semana, cuando las vistas desde tu habitación o el tamaño de la cama cambian cada 5 días no tienes la posibilidad de entrar en aquello que llaman monotonía, no puedes aburrirte por que cada día hay algo nuevo que hacer o descubrir. Vivir en un hotel te ofrece un sinfín de ventajas, están las evidentes y las no tan evidentes como por ejemplo aquello de que siempre esta todo limpio como una patena y la cama, que te espera siempre hecha, estirada perfectamente para arroparte por la noche. Además siempre hay mil cojines, así que puedes dormir como una reina, e improvisar un sofá en 2 minutos para ver la tele.
Pero en este palacio de sueños cumplidos hay algo que no va bien, no es todo como esperabas, es demasiado impersonal, demasiada gente que te rodea y entre la que tu, solo eres una persona más… Huir de la rutina te hace, cuanto menos, valorarla. Así que un día te levantas y has creado un microcosmos de repeticiones, rutinas que te persiguen por los hoteles, pequeñas manías que te hacen dejar tu huella en cada sitio diferente que pisas, aunque nadie lo vea, aunque desaparezcan al instante… ese gesto repetido en lugares remotos se ha convertido inesperadamente en tu rutina.
See you soon
Júlia, #viajadorapermanente