Primer lunes de otoño

Hoy vuelve a ser lunes, un lunes de esos en los que las horas pasan despacio pero el tiempo va demasiado deprisa, lo justo para no tener tiempo para hacer todo lo que tienes entre manos. Que sea otoño me pone contenta, me gustan los colores de esta estación y me fliparía pasear por Central Park un otoño cualquiera viendo cómo caen sobre mi pelo las hojas perecederas de los árboles. Es curiosa la melancolía que despierta sobre nosotros algo que todavía no hemos vivido y que asumo (con cierta resignación) tampoco voy a vivir este año.

Lo primero que he hecho esta tarde ha sido organizar mi té, oficialmente ha comenzado la temporada de hacer pausas con sabor a canela. Ese momento antes de ir a la cama haciendo balance del día se vuelve imprescindible en las estaciones más frías del año. Seguramente se ha convertido en mi momento favorito desde que lo aprendí en mi isla favorita de las baleares. Últimamente mis infusiones favoritas son: Infu Sueños y Maca, de Hornimans, hace no tantos años podía decir que mi té favorito procedía de una pequeña tienda escondida en algún lugar de Londres pero últimamente visito bastante menos la capital inglesa, sobre todo desde que Edimburgo me ha robado el corazón.

Sacar mi teclado favorito, encender una vela y ponerme a escribir era algo que necesitaba tanto que, aunque me siento un poco culpable de no estar haciendo otras tareas, me lo permito porque es importante. Vamos que me he pasado por el forro mi norma de empezar por las tareas difíciles y seguir con las que más me motivan. Tengo una buena excusa, esta mañana ya me he quitado un buen montón de tareas marroneras de encima y aunque me quedan dos que suponen un autentico suplicio burocrático… estoy segura de que antes de dormir las tendré hechas.

Hoy llevo todo el día dandole vueltas a un par de temas, aunque los dos están bastante diferenciados uno nos lleva inevitablemente al otro. Para dar un poco de contexto al asunto os diré que este otoño he decidido ver por fin las Chicas Gilmore, y aquí se me plantea mi primer dilema: ¿Con cuál de ellas me puedo sentir identificada?. Siendo una chica de 33 años estoy bastante más cerca de la madre que de la hija pero a veces siento que vivo atrapada en una adolescencia infinita y SPOILER: NO MOLA NADA. Podríamos decir que mi vida ahora mismo es una versión de 13 going on 30 donde se junta el drama de los 13 y con algunos trazos de una persona de 30.

A estas alturas de la vida me gustaría estar en otra fase, en una fase más independiente y porque no decirlo: SENTIRME MÁS LIBRE. Pensé que con la edad y la independencia económica todo lo demás venía solo… pero no, nada parece llegar sin exigir un curro tremendo a cambio. Me siento continuamente como Rachel preguntándose «¿quien es hacienda y porqué se queda con mi dinero?», pero sabiendo quien es exactamente hacienda y pagando mis impuestos alegremente ya que mis grandes fugas económicas provienen, cómo no, de mis grandes viajes.

Y aquí viene el segundo tema en cuestión: ahorrar, ahorrar para un futuro incierto sacrificando partes de un presente maravilloso. Compartir mi vida con personas, que como yo, no hipotecan su futuro y prefieren exprimir los días y vivir el mayor numero de experiencias posibles (aunque eso implique estar agotadas un sábado por la noche e irnos a dormir temprano) es una suerte del destino. Un destino en el que confío bastante ya que de un modo u otro me ha llevado hasta aquí. Un destino entendido como punto final porque, cómo he dicho antes, creo que hay que currar mucho para lograr que pasen ciertas cosas.

Seguir currando en mis sueños es parte de mi destino; para que los sueños se cumplan hacen falta unas musas que como decía Picasso es mejor que nos pillen trabajando. Sin duda esta formula mágica es lo único con lo que nos deberíamos quedar de la parte personal de un artista cuyos modales y formas de trabajar me estremecen en el sentido más aterrador de la palabra. La clave del éxito está basada en la constancia y la cadencia, o dicho de otro modo en remar siempre hacia un objetivo concreto. Esta es sin duda la piedra más pesada de mi mochila: dispersar demasiado y no afinar tanto como debería o como sé que soy capaz de hacerlo. Me gustaría que mi próximo proyecto se materialice en base a esta idea: currar con objetivos y sentirme así un poco menos perdida en la treintena.

Este lunes, es ahora un poco menos lunes, y juntos llenaremos este otoño melancólico de sueños por cumplir para seguir viviendo. Nos vemos el lunes que viene querido lector. XOXO Júlia (Si sois unos frikis como yo entenderéis las dos referencias que os he colado en esta despedida).

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