Vacaciones

Navidad es el espacio-tiempo más raro de todo el año. Puedes ser el Grinch y odiar estas fechas a más no poder, o puedes ser de los que calculan semanalmente los días que faltan para que llegue. Pero, seas del primer o del segundo grupo, siempre debes ser de los que felicitan y sonríen a sus familiares y amigos. De lo contrario, eres algo que no voy a gastar mis letras en definir.

Navidad es también un buen momento para no parar de reír entre familiares y amigos… Si te rodeas bien, conseguirlo es bastante sencillo. A algunos nos ha tomado años, pero os aseguro que hoy en día es uno de mis mayores logros. Si le sumas un viaje a Japón, puede tratarse de la mejor Navidad de los últimos 33 años… aunque llevo diciendo lo mismo desde hace, por lo menos, cuatro.

Como cada Navidad, la gente se empeña en resumir todo su año en acontecimientos importantes, y eso está bien, aunque yo soy más de recolectar momentos y guardarlos por escrito. No quiero olvidar cada uno de los aprendizajes que me llevo conmigo hacia 2025. Este año he aprendido que soñar alto tiene un coste (emocional y físico), que mi intensidad es abrumadora y bonita (pero no es apta para todo el mundo) y que, aunque la culpa será siempre del cha-cha-chá, si no aprendemos, no crecemos.

También he viajado con libros maravillosos (y en aviones, pero para hablar de eso ya tenéis mi Instagram). He conocido personas increíbles y, al final del año, he recuperado alguna que otra amistad que seguía en el limbo de la juventud inconclusa. He formado parte de rituales y tradiciones, aquí y en otros lugares del mundo, y he disfrutado de cada minuto como la que más. He tomado decisiones importantes, he capturado fotos increíblemente preciosas y, sobre todo, he cumplido varios sueños de la lista de deseos que toda chica crecida en los ’90 debería tener.

Y con todo esto, y una mochila casi vacía, os dejo y me voy a cumplir el último sueño del año: vivir el fin de año en Kioto con la poderosa campana del templo Chion-in, sus más de 100 campanadas y otros rituales que pienso fotografiar sin parar, con la misma ilusión con la que vi por primera vez Lost in Translation y decidí que el cine y Sofía Coppola siempre serían algo muy importante para mí.

Nos leemos en 2025.

Que tengáis un requetefeliz año nuevo y que todos nuestros sueños se hagan, por fin, realidad.

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